jueves, 23 de agosto de 2007

Si...




Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila

cuando todo a tu lado es cabeza perdida.

Si tienes en ti mismo una fe que te niegan

y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.

Si esperas en tu puesto sin fatiga en la espera;

Si engañado no engañas.

Si no buscas más odio que el odio que te tengan.

Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres.

Si, al hablar, no exageras lo que sabes y quieres.

Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo.

Si piensas y rechazas lo que piensas en vano.

Si tropiezas al Triunfo, si llega tu Derrota

y a los dos impostores los tratas de igual forma.

Si logras que se sepa la verdad que has hablado

a pesar del sofisma del Orbe encanallado.

Si vuelves al comienzo de la obra perdida,

aunque esta obra sea la de toda tu vida.

Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría

tus ganancias de siempre a la suerte de un día,

y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea

si decir nada a nadie de lo que es y lo que era.

Si logras que tus nervios y el corazón te asistan

aún después de su fuga de tu cuerpo en fatiga

y se agarren contigo cuando no quede nada,

porque tú lo deseas, y lo quieres y mandas.

Si hablas con el pueblo y guardas su virtud.

Si marchas junto a reyes con tu paso y tu luz.

Si nadie que te hiera llega a hacerte la herida.

Si todos te reclaman y ninguno te precisa.

Si llenas el minuto inolvidable y cierto

de sesenta segundos que te lleven al cielo...

Todo lo de esta tierra será de tu dominio,

y mucho más aún: serás Hombre, hijo mío.

Ruyard Kipling

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