domingo, 21 de abril de 2013

Pierre Rabhi



 
A partir de ahora, la mayor hazaña, la más bella, que tendrá que llevar a cabo la humanidad será la de responder a sus necesidades vitales con los medios más simples y más sanos. Cultivar un huerto o entregarse a cualquier actividad creadora de autonomía será considerado un acto político, un acto de legítima resistencia a la dependencia y esclavitud del ser humano.
 
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sábado, 20 de abril de 2013

Carta de un abuelo

Perdonen las demás abuelas y abuelos el atrevimiento de escribir esta carta también en su nombre. A partir de seis décadas de edad, la opinión común nos conoce y considera como mayores, ancianos, viejos. Tengo que decir que ninguno de esos calificativos me molesta, porque aprendí a vivir en la realidad y he asumido que soy mortal, en parte desde luego; además de que, siendo abuelo, puedo también ser más sabio. Me dirijo, desde mis sesenta y siete agostos, a mis nietos; pero también a todos los nietos de los abuelos como yo.

Es cierto que al llegar a estas alturas (o bajuras, según se mire) se tiene la sensación de que, “bóbilis bóbilis”, la vida se pasa como un soplo, “le souffle du printemps”, del Werther de J. Massenet, que cantaba, sin igual, nuestro paisano Alfredo Kraus. A Vds., queridos nietos, les acompaña también el mismo soplo primaveral de la vida. Pero tengo que añadir que la larguísima inspiración vital, que precede al soplar, ha sido y sigue siendo, para mí, maravillosa. Y ha sido a base de inspiraciones y de “souffles” que he llegado a ser abuelo. Siento mucho y no entiendo ni acepto que para otros abuelos y abuelas como yo, en África, en América o aquí mismo en nuestra casa canaria, la inspiración de la vida no sea en absoluto placentera y que, por consiguiente, la vida no sea  para ellos un soplo de primavera. Son las incomprensibles contradicciones del escándalo metafísico, de la injusticia social y cósmica, de la que todos somos relativamente responsables. No se desanimen por ello, yo tengo la esperanza de que Vds. intentarán, de verdad, transformar esta sociedad dolorida, en otra sociedad solidaria y de mayor disfrute. En todo caso, queridos nietos, no se apunten nunca a políticos corruptos, ni a gobernantes cínicos y engreídos, ni a banqueros usureros, ni a curas pederastas, ni a obispos inquisidores, ni a hombres maltratadores, ni a dentistas para millonarios, ni a madres chantajistas. Tampoco se apunten a papas infalibles, ni a ayatolaes endiosados, ni a sectas salvadoras, ni a fans de estereotipos televisivos hechos de retales y de zurcidos.  

Miren, tres cosas les pido, queridos nietos, desde mi atalaya de abuelo: una, que no cultiven el olvido, otra, que alimenten el agradecimiento y la tercera, que consoliden el amor libre.

En primer lugar, el olvido. El olvido es un virus portador de desgracias y de muerte. Olvidar es como no querer tener historia, siendo así que todos somos seres históricos. Olvidar es darle un golpe bajo a nuestra conciencia de identidad, que siempre es una conciencia histórica, por eso es cierto aquello de “dime lo que olvidas y te diré quién eres”. No olviden las raíces que los agarran a esta Tierra canaria, que es para Vds. el territorio de su propiedad, porque ignorar y  no cultivar esas raíces es crecer sin seguridad, sin energía y sin sentimiento de pertenencia, lo cual es muy peligroso. No olviden la prosa y la poesía que nos dejaron nuestros escritores y escritoras; las riquísimas comidas de nuestras abuelas; la emocionante música de nuestros compositores; la cálida artesanía de nuestros bordados, calados, cerámica; el apasionante divertimento de nuestras verbenas y romerías. No falten, queridos nietos y nietas, a la Rama de Agaete, ni a la fiesta del Charco en La Aldea, ni a la del Carmen en La Isleta, ni a la fiesta del almendro en flor en Valsequillo, ni a la fiesta del Pino en Teror, ni a la del Cristo en Telde, ni a la fiesta del Rosario en Vegueta, ni a la de La Naval en el Puerto. Tenemos muchas fiestas más, búsquenlas y no dejen de gozárselas. Siéntanse orgullosos de haber nacido en Canarias, trepen a la frondosa flora canaria y coman con satisfacción de sus frutos. Encontrarán naranjas y mandarinas almibaradas de la Higuera Canaria (envidia de Valencia), mantecosos aguacates y mangos de Mogán, plátanos perfumados de Bañaderos, cremosas papas paisanas de Fataga, embriagadoras aceitunas amargas de Santa Lucía, tomates sabrosos de Las Tirajanas, castañas oportunamente otoñales de San Mateo y muchos frutos más que les invito a que Vds. descubran haciendo giras a nuestros pueblos. No olviden los frutos de nuestra cabaña, les recuerdo, especialmente, nuestros quesos. D. Gregorio Marañón, inolvidable médico, escritor, historiador y científico español, fallecido en 1960, siendo un reconocido amante de los quesos, dijo que como el de flor de Santa María de Guía en Gran Canaria, nunca había probado un queso. Visiten, queridos nietos, nuestros pueblos queseros, que los hay en cantidad y calidad envidiable, échense un pizco de queso, mojado con una copita de vino canario, en cualquiera de los cafetines de nuestros pueblos y sabrán lo que significa paladear con disfrute.  Rescaten, vivan, transmitan y defiendan su historia canaria, su cultura canaria, su arte y sus letras canarias. Admiren y veneren las costas y las playas, el sonoro Atlántico de Tomás Morales, las montañas de Néstor Álamo, los valles, los bosques y los barrancos de Gran Canaria. ¡No olviden que Canarias es su casa y su pueblo, que Vds. tienen que cuidar y que embellecer! Por favor, y por el bien de todos, ¡no se olviden que pertenecen al pueblo canario! Tampoco se olviden de los demás pueblos, de las demás tierras, de las demás culturas: ábranles el corazón y los brazos, respetando y exigiendo respeto, amando y exigiendo amor. No se olviden que la gente canaria es hospitalaria, porque los demás también fueron y son hospitalarios con nosotros; pero no se olviden que ya nos hemos dejado depredar, humillar y absorber más de una vez, ¡que eso no ocurra más nunca! ¡No se olviden!

La segunda cosa, queridos nietos, es que sean agradecidos. ¡Fíjense bien en la cantidad de cosas por las que tendríamos que dar gracias, a la vida o a Dios, a quien cada uno quiera! Ya sé que, a veces, suceden cosas por las que nos vienen ganas más bien de maldecir, no de agradecer. Maldecir la maldad no es malo; sino muy coherente y muy útil. Lo mismo que bendecir la bondad es muy bueno y saludable. Pues agradezcan y bendigan todo lo bueno que somos y todo lo bueno que nos rodea. Quizás, haya pocas técnicas relajantes más eficaces que la acción de gracias, por ejemplo, dense un paseo por la ciudad, por la costa o por el campo, dando gracias a la vida por lo bueno que encontramos en nuestro camino. No se olviden que “es de bien nacidos ser agradecidos”. Les sugiero que escuchen con atención y en actitud relajada, el gran himno humanitario de la chilena Violeta Parra, “Gracias a la vida que me ha dado tanto”. Nuestro pueblo canario siempre tuvo fama de ser un pueblo agradecido, en mis oídos resuenan aún con claridad las voces de mis abuelos y de mis padres, cuando exclamaban con frecuencia y con naturalidad: ¡todo va bien, gracias a Dios! Den gracias a la vida por la Tierra en la que Vds. nacieron, por su inmenso mar, por su benigno clima, por sus playas, sus montañas, por su gente, por sus ciudades y pueblos, por sus tradiciones y  sus fiestas. Den gracias por los primeros habitantes de nuestra Tierra, por aquellos antepasados nuestros que fueron conquistados por la fuerza, diezmados y asesinados muchos, colonizados todos, pero que nos transmitieron una Tierra y un Mar maravillosos, sin huella de maltrato. ¡Recuerden, veneren y den gracias a aquellos antiguos canarios y defiéndanles del injusto y mortal olvido! Nosotros hemos maltratado la herencia limpia que nos dejaron, yo espero que Vds., queridos nietos, reparen lo que nosotros no hemos querido cuidar. ¡Sean siempre agradecidos!

La tercera cosa que les pido, queridos nietos, es que sean gente de amor libre, que consoliden su libertad ante el sistema, ante este nefasto paradigma que ha creado una sociedad de desiguales, sin amor: prepotentes unos y víctimas otros; gozosos unos y dolidos otros. ¡Opónganse con toda la fuerza del amor libre a cualquier desigualdad, a cualquier discriminación de las personas! Esto sólo se consigue con el amor que, o se da entre iguales o hace iguales a los que creen no serlo. ¡No se les ocurra nunca creerse desiguales en dignidad y en esencia a nadie! Apóyense en la potencia de su amor libre y no rían nunca las gracias ni a los banqueros ni a los políticos. No aplaudan que los banqueros ganen más que los mineros; ni que los futbolistas ganen más que los pensionistas. ¡No es justo, no hay derecho que los ladrones del mundo ganen “legalmente” lo que, en realidad, roban! ¡Sean libres y valientes ante la banca, les aseguro que es la mafia usurera de nuestro tiempo!¡Reivindiquen, también, su libertad ante los partidos políticos! No se hipotequen afiliándose a ningún partido, mantengan su voto siempre liberado. ¡Decidan, por favor, la definitiva muerte de los partidos políticos, son las sanguijuelas y las pirañas de la democracia! Ellos son la trampa, bien preparada, de una democracia falsa y peligrosa. Si alguien quiere gobernar que se busque su equipo  y que se presente en campaña electoral, sin el disfraz paragüero de ningún partido; sino con su programa por delante y a cara descubierta, para que los ciudadanos sean libres de votar a quienes quieran y de retirar el voto cuando dejen de merecerlo. Después de tantos años  peinando canas y viendo lo que he visto, yo les digo que el nuevo paradigma u orden mundial tiene que pasar por la desaparición de los partidos políticos, que son las cuevas de Alí Babá que inventó esta pseudo democracia. En cualquier caso, ¡no negocien nunca con el amor libre!

Seguramente, queridos nietos, habría podido elegir otras cosas que pedirles o habría podido sumar otras más a las tres que les he pedido. Realmente, al preguntarme ahora por qué elegí esas tres, no sé responderme, lo cual me hace concluir que ha sido mi yo inconsciente el que cortó el bacalao. Por ello me alegro. De todas formas, estoy sintiendo que tengo ganas de escribirles otra carta, porque se me han quedado varias cosas en el tintero y espero que Vds. tengan la paciencia de leerla.

En fin, queridos nietos, por el momento tengan presentes estas tres cosas: no se olviden de quiénes son, sean agradecidos  y vivan como gente de amor libre, es decir,  sin miedo. Para acabar, les pido que respeten y veneren a los abuelos, no nos arrimen en las esquinas, porque a estas alturas ya no somos CRIANZA; sino GRAN RESERVA y Vds. saben que sólo los mentecatos desprecian un vino añejo.

de Jaime Llinares Llabrés, en su blog Pázemas