La muerte no es el opuesto de la vida. La muerte es la vida. En todo instante algo muere para que otro algo pueda vivir y para que la vida en sí viva. Sin renovación no hay vida. Si nuestras células no murieran otras nuevas y frescas no podrían ocupar su lugar. Somos células de la vida. Con un problema: conciencia de individualidad. Miedo a que se pierda el valioso individuo que somos. Miedo.
La muerte sólo es la renovación de la vida. Nos vamos para que todo siga siendo nuevo, para desocupar el lugar que ya cubrimos y que ahora tiene que reverdecer otro. Nos morimos para que la vida no decaiga, no se repita hasta la decadencia, renazca. Nos morimos para que todo sea igual y todo sea nuevo. Hasta las estrellas acaban apagándose, transformándose en materia estelar que da lugar a nuevas formas, y quizá nuevas vidas, en el espacio.
(texto incompleto, se me acaban los argumentos de la pensante ante los efectos de la sintiente)