viernes, 7 de diciembre de 2007

el miedo de Pablo, el deseo de Francisco de sanar su alma

Todos me piden que dé saltos,
que tonifique y que futbole,
que corra, que nade y que vuele.
Muy bien.

Todos me aconsejan reposo,
todos me destinan doctores,
mirándome de cierta manera.
Qué pasa?

Todos me aconsejan que viaje,
que entre y que salga, que no viaje,
que me muera y que no me muera.
No importa.

Todos ven las dificultades
de mis vísceras sorprendidas
por radioterribles retratos.
No estoy de acuerdo.

Todos pican mi poesía
con invencibles tenedores
buscando, sin duda, una mosca,
Tengo miedo.

Tengo miedo de todo el mundo,
del agua fría, de la muerte.
Soy como todos los mortales,
inaplazable.

Por eso en estos cortos días
no voy a tomarlos en cuenta,
voy a abrirme y voy a encerrarme
con mi más pérfido enemigo,
Pablo Neruda.

Pablo Neruda






Señor, haz de mí un instrumento de tu Paz
Donde haya odio, que yo lleve el amor.
Donde haya ofensa, que yo lleve el perdón.
Donde haya discordia, que yo lleve la unión.
Donde haya duda, que yo lleve la fe.
Donde haya error, que yo lleve la verdad.
Donde haya desesperación, que yo lleve la esperanza.
Donde haya tristeza, que yo lleve la alegría.
Donde estén las tinieblas, que yo lleve la luz.
Oh Maestro, haz que yo nunca busque
Ser consolado, sino consolar.
Ser comprendido, sino comprender.
Ser amado, sino yo amar.
Porque es dando como se recibe;
Es perdonando, como se es perdonado;
Y muriendo, se resucita a la Vida Eterna.

Amén.

S Fco de Asís

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